Un grupo social no implica solo la unión de dos o más personas al azar, sino el cómo su interacción es basada en un solo interés común.
Desde el inicio de su vida, el ser humano se ve involucrado en el primer grupo social; la familia (que cohabita con él), cuyo interés principal es darle afecto y seguridad, característica primordial de los grupos primarios.
A medida que crece, se ve rodeado de infantes cercanos a su edad en el preescolar y eventualmente en educación básica y avanzada, donde formará lazos íntimos con un grupo cercano de compañeros. Cada una de estas interacciones son necesarias para la formación de su personalidad, por lo que es sumamente importante que sean relaciones íntimas, verdaderas, y que busquen el bienestar mutuo.
Los grupos secundarios, en cambio, carecen de este afecto interpersonal porque su formación no es dada por más que otra cosa que intereses individuales. Este sistema funciona regido por instituciones (jurídicas, económicas, religiosas) dentro de un segmento particular de la realidad social, por ejemplo una empresa, un hospital, entre otros.
Son indirectos, formales, usualmente poco espontáneos, y se conoce a la persona por su rol en el grupo más que por su personalidad.
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